{"blocks":[{"key":"ba2eo","text":"ANATOMÍA DE UN INSTANTE","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":23,"style":"color-rgb(209,72,65)"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"281gt","text":"El tiempo es un espacio que se hace adentro, te digo. Una forma del silencio. Se hace el tiempo, se hace el texto, se hace el sexo. Acción. No adjetivo, no pensamiento, no idea abstracta. Y sin embargo.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":202,"style":"fontsize-18"},{"offset":0,"length":202,"style":"BOLD"},{"offset":0,"length":202,"style":"color-rgb(0,0,0)"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"9rbca","text":"---","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":3,"style":"fontsize-18"},{"offset":0,"length":3,"style":"BOLD"},{"offset":0,"length":3,"style":"color-rgb(0,0,0)"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4cvaf","text":"Por Leila Sucari","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":16,"style":"BOLD"},{"offset":0,"length":16,"style":"color-rgb(0,0,0)"},{"offset":0,"length":16,"style":"ITALIC"},{"offset":0,"length":16,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"1ngqt","text":"En lo profundo del mar somos ciegas. Pero lo más profundo es también lo más superficial. El roce de la espuma. La piel. El sol a noventa grados. Los cuerpos desnudos. La arena todavía en la boca. Ella dice o escribe que es mejor no tratar de entender. Yo tengo los ojos cerrados y la recuerdo frente al piano. Su madre preparaba tartas y espolvoreaba azúcar encima. Ella no quería tocar, pero ahí estaba, tocando, y yo la miraba. Le gustaban las tartas de humita. Yo no la entendía. Su madre tampoco, aunque de maneras diferentes. Ella tocaba el piano, y su música abría balcones en mi cabeza. ","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1,"style":"fontsize-30"},{"offset":1,"length":593,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4ndqq","text":"Ese día deseé que mis manos supieran, pero mis manos eran mudas. Manos que se movían inútiles, como pájaros que intentaban atrapar al aire, soltarlo, cambiarlo de lugar. Bailaban mis manos al escucharla. Ese día había sol, recuerdo la casa llena de verde y de olor a limpio. La risa loca de mi amiga y de su madre. En eso se parecían, en la carcajada. Y yo las miraba. Ese día, que no era un día especial –¿por qué hoy la memoria se encapricha con ese día?– ese día miré con atención las fotos que había al lado de la mesa del comedor: fotos de caballos, de mi amiga y su hermano vestiditos con lanas sonriendo junto a un caldén, de su madre cuando todavía creía en la posibilidad de amar, cuando todavía estaba a salvo del daño. Ese día miré las sogas –universos retorcidos y a la vez gráciles que construía– colgando en el pasillo, revisé el botiquín del baño, y le pedí una remera prestada. Después fuimos a una fiesta en un lugar muy rojo.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":943,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"dms6d","text":"En esa época hablábamos de la vida hasta la madrugada como quien está a punto de subirse a un tren y viajar a un país exótico e infinito. Con esa ansiedad, ese deseo, esa imaginación abierta. También fumábamos sin parar y sufríamos sin parar y vivíamos sin parar.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":263,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"a4pup","text":"A veces me pasa que me encuentro a mí en ella –en palabras, en gestos chiquitos, en modos de sentir, tan íntimos que no podemos nombrar pero que nos constituyen– y a su madre en mujeres desconocidas que me cruzo por la calle. A veces me pasa que eso me asusta. Y a la vez el alivio de que alguien me comprenda en la oscuridad, de saber –como dijo Olga Orozco– que no estamos solos en nuestros extrañamientos e intemperies. Son poquísimas las personas que conocen ese fondo. Esas personas son las mismas con las que comparto cierto sentido del humor. Forma y contenido. Profundidad y superficie. Sabemos del dolor y de la risa. Por eso nos vamos a querer siempre. Estamos hechas del mismo fuego, de la misma agua. Pero volvamos a la madre: hace poco encontré en un libro de Deleuze que era suyo y que ahora es mío –estudiábamos filosofía juntas, con la madre– papeles con notas escritas en cursiva. Algunas frases: ¿cómo ver sin dejar de ver?; ¿cómo articular eso en mi futuro?; sólo los que perciben su soledad; ¿cómo articular eso en mi futuro? Leí las notas con cierta curiosidad pero sin emoción. Hasta que apareció una lista:","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1129,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"67kfp","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"jol0","text":"-pagar la cuenta a José","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":23,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"3nmq9","text":"-agua","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":5,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"7lgmk","text":"-comer fideos o ravioles con esa salsa","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":38,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4tk9m","text":"-hay pan en el congelador","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":25,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"3f2sk","text":"-bananas en la heladera","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":23,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"7tipi","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"459ei","text":"La potencia de lo concreto. Una lista de supermercado puede romper el hielo de tu corazón mucho más que un tratado de filosofía. Lo abstracto no tiene cuerpo. Comer, congelador, agua, bananas, hay. Escribo esto y otra imagen se me aparece: estamos en el estudio de danza. Nos dejamos llevar por un hilo invisible que sale del ombligo. Sigan ese hilo, hacia adelante, hacia adelante, repite su madre, que nos está dando una clase sólo a nosotras dos. Y mi amiga se fastidia y quiere abandonarlo todo, la mira con bronca a su madre –a su madre insaciable, que le exige hasta el delirio y más–, y yo por un instante decido que quiero dedicar mi vida entera a ese flotar sujeta por hilos invisibles que te mueven de un lado al otro. Aunque después pase siglos sin bailar, no importa, lo sé y saberlo es como una fuerza secreta.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":823,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"7brln","text":"Hoy le dije a mi amiga que había algo trabado en mí, algo que tengo que mover. Soy como un animalito chocando contra las paredes, le dije, pero a la vez a punto de encontrar el pasaje hacia afuera. Después le conté una pelea con mi madre, le conté que a mi madre le abruma leer lo que escribo. Y ella me habló de la suya. Me di cuenta de que aprendí a no ser yo misma frente a ella, me dijo, y ahora me cuesta estar con otros y ser yo. Y entonces pensé en mi hijo, últimamente se enoja. Dice que todo es mi culpa, que yo decidí hacerlo nacer así que todo lo que pase en su vida es mi culpa. No puedo dormir por tu culpa, por tu culpa me falta el aire, la nada lo atraviesa todo, incluso lo inatravesable, me dijo anoche, por tu culpa. Y ahora estoy acá destrabando a las madres que tengo incrustadas en mí, a las madres que soy, que fui, seré. Necesito moverlas, cambiarlas de lugar, de palabras. ¿Para qué futuro sirve el pensamiento? A veces no sé cómo decir. Siempre se piensa bien cuando nos faltan las palabras, dice Donna Haraway. A veces no hay que decir, hay que girar los ojos, torcer la cintura, respirar con el fémur. Observar en silencio. Percibir.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1160,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"3lelb","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"13fcu","text":" ","type":"atomic","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[{"offset":0,"length":1,"key":0}],"data":{}},{"key":"4md05","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"95jl2","text":"Y ahora me dejo llevar por una mano que me tironea la remera. Primero me toma entre los omóplatos, después del pecho. Es rápida, decidida. Me gusta que me cambie de lugar así, sin aviso, mientras tengo los ojos cerrados. Que me transforme. Que me toque donde no espero. Suave, sutil, un dedo sobre el cuello. Y que al segundo siguiente me arrastre por el suelo. Me sacuda. Que se acerque esa criatura que respira y que no tiene ojos y me lleve hasta el otro lado de la sala. Casi corriendo. Que se funda en mi cuerpo. Que se aleje. Que vuelva. Es peligroso volverme así de porosa. Me dijiste que soy como la espuma. ¿Qué quisiste decir? Y ahora muevo los dedos en el aire, el eco de tu tacto. Yo no soy yo. Es tan hermoso dejar de ser una, volverse parte de la criatura extraña que forman mis gatos cuando duermen. Ser madre, ser hija, ser amante, ser escritora son también formas de dejar de ser una. O debería decir: amar, bailar, maternar, escribir, hijar (¿cómo se conjuga una hija?), animalar (¿cómo se dice la acción de abandonar lo humano?). Ese hilo invisible que sujeta y ahoga, que suelta y abraza. Pero la gracia está ahí nomás del abismo. Mami, sos mi dios, dijo él después de odiarme. No hay punto exacto. No hay distancia perfecta. Si me soltás ahora me caigo. Y me dejo caer. Y subo de pronto. No tengo peso ni volumen. Soy el aire, soy el animal, soy el pulso. Y con los ojos cerrados puedo imaginarme la boca que todavía no conozco. ¿A qué saben los labios? ¿Por qué escucho ballenas en mi cuarto cerrado? El tiempo era otra idea que teníamos. Un dios caduco. Puedo quedarme quieta ahora, jugar con él, detenerlo. El tiempo es un espacio que se hace adentro, te digo. Una forma del silencio. Se hace el tiempo, se hace el texto, se hace el sexo. Acción. No adjetivo, no pensamiento, no idea abstracta. Y sin embargo.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1833,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"b8s9u","text":"Ahora ella se fue de la ciudad, su madre murió, la casa no existe más. Hace poco leí un poema de Clara Muschietti que me quedó atravesado en el cuerpo: “Este es un poema para nosotras/ que crecimos a los golpes/ sin pensar/ en el futuro/ y ahora estamos/ en el futuro”.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":270,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4ha53","text":"Y ahora te escribo. Ahora, que estamos en ningún lugar. Acá. Ahora que te estás por ir de nuevo. Más lejos. Pero que estás tan cerca. ¿Escuchás ahora el sonido de mi respiración? Ahora estamos inventando ser otras.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":215,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"bmio5","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"f9htd","text":"---","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":3,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"7sffb","text":"Leila Sucari","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":12,"style":"fontsize-12"},{"offset":0,"length":12,"style":"BOLD"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"90anq","text":"Leila Sucari (1987) es escritora y docente. Estudió artes visuales, periodismo y filosofía. Publicó las novelas Adentro tampoco hay luz (Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, 2016) y Fugaz (finalista del Premio Nacional Sara Gallardo), el poemario Baldío, y el libro de relatos Te hablaría del viento. Coordina talleres de narrativa y escribe para la revista La agenda y otros medios. En Twitter es @leilasucari. ","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":423,"style":"fontsize-12"},{"offset":421,"length":2,"style":"BOLD"}],"entityRanges":[{"offset":408,"length":12,"key":1}],"data":{}},{"key":"65p99","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}}],"entityMap":{"0":{"type":"IMAGE","mutability":"MUTABLE","data":{"src":"https://cdn.feater.me/files/images/110067/3ebe7fe8-c379-499a-a984-cb839a09be4e.png","height":"auto","width":"auto"}},"1":{"type":"LINK","mutability":"MUTABLE","data":{"url":"http://twitter.com/leilasucari","targetOption":"_blank"}}}}