{"blocks":[{"key":"67e4n","text":"Sábados de súper ficción","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":24,"style":"color-rgb(184,49,47)"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"5mt4v","text":"“Su rostro intenta transmitir un entusiasmo distinguido y algo apagado, una seguridad a prueba de puñales”.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":107,"style":"fontsize-18"},{"offset":0,"length":107,"style":"BOLD"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"83k4a","text":"___","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":3,"style":"fontsize-18"},{"offset":0,"length":3,"style":"BOLD"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"6m3c0","text":"por Paula Klein","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":15,"style":"fontsize-16"},{"offset":0,"length":15,"style":"BOLD"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"60e6p","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"3kit7","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"anf6","text":"“De todos los artistas que hicieron sus armas o quemaron sus naves en la Ciudad Luz, una historia en particular la conmueve. Había una vez un barco que debía recorrer la distancia entre Buenos Aires y París. En el barco, que podría haberse llamado “El Provence”, viaja un muchacho de unos veintitrés años que no habla francés y lleva unos pocos billetes en el bolsillo. Quizás atraiga algunas miradas con su andar patoso, su carácter tímido y algunos descuidados gestos de seductor. Quizás espere el momento en que alguien le dé discusión para presentarse como un poeta, pintor, encantador de serpientes o adivino. En las miradas encendidas que lanza a quienes lo escuchan, se filtra la duda: “¿Me irá bien?” Tal vez el muchacho, que responde al nombre de Alberto Greco, sonríe mientras siente expandirse en su pecho las primeras oleadas de una angustia difusa.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":861,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"95db6","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"b8f0i","text":"¿Podemos situar el momento preciso en el que Greco empieza a descascararse? Estamos en junio de 1954 y el embalaje no resiste los vaivenes del viaje transatlántico. El vidrio parece astillado y nadie sabe a ciencia cierta si la fisura es producto del azar o el resultado de un minucioso trabajo de orfebre. Elena se pregunta a quién quiere venderle esa obra dañada, en proceso de derrumbe. Se imagina envolviéndola en un estuche mono, escoba, palita e instrucciones incluidas; que los otros se las arreglen como puedan para juntar los pedazos sin cortarse. ","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":557,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"f5i95","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"evskt","text":" ","type":"atomic","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[{"offset":0,"length":1,"key":0}],"data":{}},{"key":"9lb6g","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"ep9jt","text":"Para tomar algo de aire fresco, Elena tiene que desplazar a un costado el escritorio instalado frente a la única ventana de su departamento y escurrirse a través del pequeño hueco libre. Ya de cara al vacío, respira hondo. La única ventana de su estudio da sobre el patio interno del inmueble. Los volúmenes de los espacios comunes como el patio y las escaleras son ridículamente grandes comparados a la estrechez de los departamentos que componen, en hilera, las viviendas del tercer piso. Elena piensa que esto es lógico si se considera que en otra época los carruajes debían entrar y salir por aquel patio de adoquines. El barniz rojo saltado de sus uñas le llama la atención. Creía haberlas pintado sólo dos días atrás y no recuerda haber hecho ninguna actividad al margen de escribir y lavar algún que otro plato. La etapa final de la redacción de su tesis ameritaría usar sólo barnices de tonos neutros y secado extra rápido. Sería incluso mejor renunciar directamente a un hábito que bien podría ser visto como una frivolidad por parte del futuro jurado que, en apenas unos meses, va a atribuirle su preciado título de Doctora. Elena imagina los trajes oscuros, la solemnidad, el gesto apurado y algo molesto en las caras de los especialistas ya listos a escrutar el trabajo que ha ocupado su vida durante los últimos cuatro años. Se visualiza seria, con una camisa blanca impoluta y un precioso pantalón gris de tiro alto que ya identificó en una de sus boutiques preferidas, esperando la temporada de rebajas para adquirirlo. Su rostro intenta transmitir un entusiasmo distinguido y algo apagado, una seguridad a prueba de puñales. Escuchará con una sonrisa apenas esbozada y noble, las críticas de cada uno de sus futuros pares, reprochándole no haberlos citado lo suficiente o no haber tratado algún tema completamente ajeno al de su tesis pero que a ellos se les figura, ahora, infinitamente más apasionante.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1920,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"65tsv","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"2ct4i","text":"Mientras sobrevuela de un vistazo los austeros dieciséis metros cuadrados de su estudio, piensa que su estadía no tiene mucho que ver con lo que había imaginado. El París fabuloso, el epicentro de Europa que poblaba las fantasías de los intelectuales argentinos está muerto y sepultado desde hace más de medio siglo. Y, sin embargo, ella también forma parte de esa hierba mala que son los argentinos de París. Ya no el de los que peregrinaron a la meca del arte y la cultura en los todavía deslumbrantes años 50; ya no el de los comprometidos hermanos latinoamericanos que denunciaron las dictaduras y la explotación capitalista. Menos pretenciosa y más pragmática, Elena se incluye entre los que se fueron sin que los echen. Sin el brillo del exilio político ni el del pasaporte talento; una manga de apátridas y apolíticos aunque no exactamente de exiliados, como se autodefinía Copi. Esos nostálgicos anacrónicos se pasan el tiempo rastrillando la ciudad en busca de una imposible “time capsule”, con las reliquias del bello viejo mundo. Ese París que no se desgasta ni se acaba nunca, ese París poster de adolescente en un sótano de la imaginación los encandila con la luz agónica de una estrella distante o de un farol atrayendo bichos en medio del campo.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":1260,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"fe5gb","text":"","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4d8td","text":"Los buenos mitos no pasan nunca de moda, se repite Elena, para reconfortarse. Un mensaje de texto la saca de su ensueño. Es el último intento de Benoît para convencerla de ir a la fiesta en rue Mazarine. Benoît repite la dirección y el nombre de unos examigos suyos que figuran en la lista de invitados. Usurpar sus identidades no debería ser muy difícil. Lo importante es llegar temprano, se jacta, satisfecho de la perfectibilidad del plan. Si se cambia y se maquilla en diez minutos puede alcanzar el último metro. Demasiado tarde para sacarse el rojo saltado de las uñas. Mientras busca una falda de cuero negra y algunas camisas y remeras blancas del armario, Elena ve su imagen en el espejo y se pregunta si alguna de esas prendas tendrá el poder de transformarla en la chica de la lista”. ","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":796,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"sjej","text":"___","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":3,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"3nfqo","text":"Paula Klein","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":11,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}},{"key":"4qt8e","text":"Paula Klein vive en París donde enseña literatura. Es doctora en Literatura Comparada y se especializa en el “giro documental” y las poéticas del archivo en la literatura latinoamericana contemporánea. Su ensayo Petites mémoires du quotidien. Cortázar, Perec et leurs échos contemporains fue publicado en Classiques Garnier en 2021. La luz de una estrella muerta acaba de ser publicada por Mansalva y es su primera novela.","type":"unstyled","depth":0,"inlineStyleRanges":[{"offset":0,"length":422,"style":"fontsize-16"}],"entityRanges":[],"data":{}}],"entityMap":{"0":{"type":"IMAGE","mutability":"MUTABLE","data":{"src":"https://cdn.feater.me/files/images/100024/04d798c6-a58d-464d-a01d-7129a4024c68.jpeg","height":"auto","width":"auto"}}}}