Es muy posible que este estado de temor existencial tenga que ver también con que en unos días voy a tener un hijo.
por R. GUMUCIO, SILVINA GIAGANTI, EDGARDO SCOTT, PALOMA VIDAL, M. LIBERTELLA Y KATYA ADAUI - DIARIO DE LA PANDEMIA
Hola. Me rompí las dos muñecas andando en bicicleta por eso no he escrito nada.
Rafael Gumucio (Nueva York)
Recién había pegado mi texto en este diario cuando leí el mensaje de Rafael desde NY. Leerlo me conmovió, me entristeció, me angustió. Me conmovió su explicación, corta y dolida, como no podría dejar de ser. Me entristeció que le haya pasado algo así. Justo las muñecas, justo andando en bicicleta, una libertad de golpe transformada en una parálisis que afecta la escritura. La angustia tiene que ver con que tocó un fantasma: que además de la pandemia, que además de este gobierno… Es el tipo de pensamiento que una no se anima ni a poner en palabras.
Más o menos dos semanas después de que empezara la cuarentena una de mis amigas más queridas, que tuve la suerte de conocer al poco tiempo de mudarme a San Pablo, recibió la noticia de que una de sus amigas más queridas había sufrido un ACV. K. – así la llamo cuando es personaje de mis textos – nació en un pueblito de Santa Fe que tiene este maravilloso nombre: Moisés Ville. Se mudó a Rosario para ir a la facultad y allí conoció a su amiga, que hoy vive en Buenos Aires. Por esas correspondencias de afectos que se cruzan entre amigas, aunque yo no la conozco, la siento muy cercana. Puedo hablar en presente y eso aleja el fantasma: la amiga de mi amiga se salvó, se está recuperando, lentamente. A pesar de, a pesar de…
PD: K. es la amiga que me dice que la vida nos lleva adonde quiere.
Ayer tuve la segunda charla de Zoom de la cuarentena con un grupo de amigos, si a un intercambio tan entrecortado y vacilante se la pudiera llamar charla. La primera vez había sido hace un mes y, en perspectiva, recuerdo que entonces éramos unos jóvenes entusiastas: reíamos, nos contábamos nuestras experiencias de los primeros días de encierro con liviandad y gracia, incluso disfrutábamos el hecho inédito de estar viéndonos por videoconferencia. Un mes después, ya no somos ni jóvenes ni entusiastas: yo destilé una amargura de la que luego me arrepentí y terminé mandando un mensaje de Whatsapp pidiendo disculpas por haber incurrido en una mirada tan poco optimista de estos tiempos, en un tono tan crepuscular. Es que en estos últimos días ando bastante angustiado por el futuro de la humanidad, por decirlo de un modo grandilocuente. Por la perspectiva de que cuando esto termine todo va a ser muy horrible: pobreza e indigencia incontables y mucho miedo al otro, mucho resentimiento y paranoia. Debe haber influido la noticia que leí ayer de que alguien le prendió fuego al auto de una doctora de La Rioja que trabaja en terapia intensiva y que dio positivo de Covid-19. Le escribieron “Rata infectada” sobre las cenizas del auto. ¿Qué está pasando? ¿Hacia ahí vamos? Tump dice que va a cerrar las fronteras a los inmigrantes. Los economistas (de los que siempre hay que desconfiar) dicen que 30 millones de personas van a entrar a la indigencia en América Latina. Horror horror horror.
Es muy posible que este estado de temor existencial –que todos, en mayor o menor medida, supongo que están atravesando– tenga que ver también con que en unos días voy a tener un hijo. Tener un hijo ya, de por sí, te “mueve la estantería”, como se decía antiguamente, y es siempre una pregunta sin respuesta sobre el futuro: ¿cómo va a ser su vida? ¿Cómo va a ser nuestra vida juntos? ¿Cómo va a ser el mundo en el que crezca, en el que se vaya haciendo grande? Si en un momento “normal” estas preguntas son muy difíciles de contestar, hoy directamente las siento como espadas de Damocles, dudas dramáticas que sobrevuelan mi cielo de sentido. Supongo que, cuando nazca, todo se irá acomodando, como siempre sucede. No queda otra. Y ahora, también, les pido disculpas a ustedes por el tono sombrío de esta apostilla y saludo a nuestro Rafa Gumucio, prohombre de nuestra época. Osvaldo Lamborghini decía: “Paciencia, culo y terror nunca me faltaron”. A vos te digo, don Rafa: fuerza, ánimo y pastillas no te tienen que faltar. También esto pasará.
Mauro Libertella (Caballito, Buenos Aires)
En la puerta del mercado, en una silla que nadie roba,
se sienta una anciana, la vida le pasa cerca y ella la ve pasar.
Calle arriba, llevo a Mara en su cadena neón, sin apuro,
esquivamos árboles y bicicletas, los pozos de lluvia.
Hasta hacía dos años podía soltarla, iba olfateando todo, temblaba,
Una vez un señor se enredó en la cadena y la pateó, se arrodilló
a su altura: Perdóname, no te vi.
A la vuelta necesito comprar verduras.
Le entrego a Mara. Ha cambiado de dueña sin enterarse.
La retiene entre sus piernas.
Salgo, cargo a Mara y la sostengo frente a sus ojos,
inundados de agradecimiento:
Bebecita linda, hermosa. ¿Cuántos años tiene?
Espantada, se remueve en la silla:
¿Cuánto viven los perros?
Su condena, como si la rejuveneciera a ella y
Devuelvo a Mara al suelo, tiro un poco de su cadena, apurándola,
perseguidas, si un perro llega a esta edad ha sido amor,
yo me pregunto lo mismo cada día.
Katya Adaui (San Telmo, Buenos Aires)
Hay una parte de la “cobertura” de la Pandemia que es absolutamente numérica, por ende, tan capitalista (disculpen). De hecho, en cualquiera de los portales se habla del “saldo” del día. Lo más importante son los muertos, el hit son los muertos, “el show de los muertos”, cantaba Sui Generis en Instituciones. Después sigue los que ingresan o salen de “réanimation” (terapia intensiva) y los que se han curado. La epidemia avanzó de esa forma, números y números, y esperamos a los números para que nos dejen salir. Con la misma lógica, los que han querido desestimar o relativizar el impacto (odio esa palabra) de la pandemia, hacen lo mismo: exhiben los números de otros males que matan o afectan a mucha más gente que el Coronavirus, pero que no han generado políticas represivas tan extremas.
Sin embargo, hay otra parte de la información que se ha regulado “psicopateando a la población”. Imágenes, slogans, anécdotas, cosas puntuales que funcionan como manchas de aceite. Hoy vi dos. Una en París, otra en Buenos Aires. La de París la publicó L´Obs, y es una breve nota donde se expone brevemente, y a partir de la también breve entrevista a un recolector de basura, cómo ha cambiado la percepción de su trabajo entre los parisinos. Antes los automovilistas lo puteaban y lo llenaban de bocinazos porque bloqueaba la calle, hoy los niños le acercan dibujos o lo aplauden desde los balcones porque está entre los “héroes cotidianos”. De hecho, en el último discurso del 13 de abril, Macron había citado a los recolectores de basura entre aquellos que están “en la segunda línea” (detrás de los médicos y enfermeros, claro) en la “guerra” contra el coronavirus. Paréntesis: De golpe pienso, ¿y si esta es/fue la tan mentada tercera guerra mundial? Mi infancia ocurrió en los ´80 cuando siempre estábamos al filo de aquella explosión que quizá sucedió treinta años después y de una manera extraña. Pero volviendo al tema. Franck, el humilde y querible y heroico muchacho recolector de basura es entrevistado por Le Nouvel Observateur. No hay mucho para contar. Agradecer. Valorar. Franck y sus compañeros siguen permitiendo que nuestra ciudad y nuestras calles y nuestra casa esté limpia. Y por supuesto, al salir, Franck se expone más que vos o que yo, que estamos confinados. La otra noticia es de Buenos Aires y es de una señora de 83 años que se fue a tomar sol y que vinieron a detenerla y que ella discutió y se resistió. Por supuesto, detrás, está la situación de los últimos días y la disposición para que los mayores de setenta tengan que gestionar un permiso para salir. A mí sin embargo me impresionó otra cosa: que para persuadir, convencer o incluso detener a la solitaria mujer de ochenta y tres años, hubiera tres patrulleros sobre la avenida y una numerosa cantidad de agentes. Pero esa no era la noticia: la noticia era –cerca del chiste o la ironía- “la vieja loca y valiente que desobedecía al gobierno y salía igual”. Este tipo de noticias, la de la vieja y la del basurero parisino son lo que se dice “relleno”, notas de color. Y sin embargo, la única alternativa a esto son las cifras. Y la alternativa a las cifras panicosas son las notas de color. Y así infinitamente. En esos dos canales se transmite la información, el relato de la epidemia. Las cifras tienen un efecto persuasivo insuperable. Como un programa que tiene rating, ¿no? Como un libro que “vende”. En porteño: a las cifras no hay con qué darles. Pero la nota de color sería la parte del discurso afirmativa, no sólo el tipo de fascismo que reprime decir o pensar, sino el fascismo de aquello que se alienta a decir o a pensar. El comentario sobre el basurero Franck o la señora tomadora de sol son lo máximo a lo que podemos aspirar hoy en nuestra búsqueda de experiencia e incorporación de lo que “está pasando”.
Pero la poesía salvará al mundo. Así se llama un libro que vengo leyendo, que escribió Jean-Pierre Siméon. De hecho los dos episodios, en París y en Buenos Aires se pueden leer con una sonrisa y eso es gracias a la poesía, eso sería ya leerlos en clave poética.
Hoy ha sido otro día casi de verano. Tengo suerte de no estar en la ciudad, soy consciente. Escucho a Thom Yorke cantar al piano Motion Picture Soundtrack y no me he fracturado las muñecas como nuestro compañero Rafael Gumucio. Ánimo, Rafael, la poesía salvará al mundo.
Edgardo Scott (Saint Satur, Francia)
Conversación entre dos amigas por chat que hacen cuarentena a 12 cuadras de distancia
V: Dios!!! Quiero mi vida anterior, la mejoraría un poco
V: Salir un poco de mi casa, trabajar más en equipo, conocer más gente que me abra un poco el panorama
mega conseguible todo eso
¿Vos harías algo diferente después de este paréntesis?
J: yo quiero ser mas calma en mis vinculos sexoafectivos
¿Pero venías en ese plan no?
elecciones del tipo que te decía de quedarme acá, no romper la cuarentena, pensar en mis amigas con las que vivo y no irme a coger con la chica ponele
trabajarlo bocha en terapia
empezar a sentir desagrado si en un vínculo hay maltrato
V: Requete posible también
J: cosa que me cuesta un montón
V: Pero bueno si la ves va a empezar a serlo
J: pero si me eligen esta mal y si no esta bien ¿se entiende?
V: Hay algún adjetivo para eso?
V: Porque histeria me parece trillado
mi mama fue en muchos casos desentendida de mi de mi cuidado
entonces yo busco chicas que reviertan eso
pero me las busco con una estructura que justamente no lo revierten sino que lo profundizan
V: Ok, entiendo es como que siguiendo tu historia deberías buscar a personas que te cuiden y te traten bien y sin embargo todo lo contrario?
pasa que sigo mi historia para mal
J: y deberia reconstruirla para bien
V: Sigo mi historia para mal
No es genial lo que te pasa claro
Pero estás tratando de desarmarlo porque la ves
V: Que pajaaaaaa ser consciente
o sea no podrias no serlo
J: ¿te haces cargo de esa palabra?
V: Y estoy tratando de hacerle entender a M de lo que significa, es un buen ejercicio
J: ¿de lo que significa ser lesbiana?
V: Porque no a los rótulos, pero eso me lo tatuo
¿pero que le queres hacer entender a M?
V: Porque a ella no le gusta la palabra, pero no termina de entender que su vida es lesbiana y la elige todo los días sin saber lo bien que le hace
tiene que aceptar y abrazar la palabra
V: Que no es solo que le gusten las chicas, que es un estilo de vida único endogámico y hermoso
V: Esta conversa en un bar la terminábamos a los gritos de emoción
J: saltando una encima de otra
gritando con botella en la mano
V: Haciendo pogo sin música
J: un montón yo de las dos cosas
V: (emoji de un chop de cerveza y un corazón rojo)
Silvina Giaganti (Villa Crespo, Buenos Aires)
–El otro día soñé que estábamos entre un tumulto de gente, como un vagón de subte repleto de gente en hora pico en alguna ciudad loca en Corea, ponele. Vos y yo quedabamos medio enfrentadas pegoteadas y vos me empezabas a tocar y me hacías la paja ahí, sin importarnos nada.
Medio perver. Me desperté en llamas.
–Muy. Vos me dejaste bastante arriba también ayer
–Jajajaja miau. Yo ayer me pajee pensando en vos, en esa actitud hermosamente segura y sexy. Ahora cada vez q me toco pienso q estamos cogiendo
–Sos divina. Hermosisima. Voy a seguir pensando en vos me calentas mucho realmente
–Jajaja me encanta. Juntas haremos un gran dúo. Soñé que teníamos una cita en Brandon, so cute
Y nos mirábamos electrificadas
–Qué lástima que estés en Portugal
–Veni te espero. Tomemos algo y cojamos
Quiero que nos besemos largo medio hasta no dar más
Siento que la podemos pasar muy bien realmente
–Jajaja me encanta yo soy re ese estilo también. Mucho beso mucha saliva hasta no dar más. Escupir un poquito a veces
–Te re gusta coger no. Coger bien
–Jajaja me encanta coger si. Soy larguera, me gusta tomarme mi tiempo y saborear todo
Besarme rico me enciende de toque
Tocarte a vos me va a enloquecer
–Que bueno esto. Te vas a mojar bastante me parece. El otro dia me pajee pensando en garcharte y fue increíble
Tal vez haga lo mismo después del baño
Es un poco frívolo pero vi algunas fotos tuyas y te quiero acá ahora
–Yo quiero estar en tu camita juntas mirándonos y chapándonos. Sin dudas me voy a mojar como nunca, vas a tomar un ratito las riendas del asunto y voy a explotar.
Después me voy a poner encima tuyo y chuparte toda, frotarme contra vos
–Vas a dejarte que te garche toda. Te voy a re comer a pasarte la lengua y meterte los dedos por todas partes
–Yo también. Quiero comerte y morderte un poquito. Tocarte las tetas y chupartelas un rato largo mientras estoy encima y te muerdo la boca. Pasarte la lengua hasta chuparte la concha y mirarte desde ahí. Dejo la boquita quieta y vos te moves y me guías con tu cuerpo así te lo hago como te gusta. Voy a pajearme pensando en esto, y pensando en vos en bolas, excitada conmigo
–Tal vez te hable al oido un poco mientras cojemos
–Por favor. Nadie nunca jamás me habló al oído mientras cogíamos
Voy a tocarme un poco me pones muy arriba nena
Silvina Giaganti (Villa Crespo, Buenos Aires)